Bibliotecarios argentinos: de la invisibilidad a la corpo.

Bibliotecarios argentinos: de la invisibilidad a la corpo.

Hace 30 años que soy bibliotecaria y hace más de 15 años que doy clases a bibliotecarios, primero como capacitadora, lo que me permitió recorrer buena parte de la Pcia de Buenos Aires, luego como Referente Regional de La Matanza. La falta de un sindicato propio –pese a ser afiliada al SUTEBA La Matanza- me llevó a investigar y participar en diferentes formas de organización y autogestión de espacios de encuentro, debate y actualización para bibliotecarios. Actualmente aporto mi experiencia en la formación de futuros bibliotecarios como docente de la Tecnicatura Superior en Bibliotecología en La Matanza, Pcia de Buenos Aires.

Desde que comencé en esta carrera, hasta hoy, siempre ha sido difícil por un lado posicionar la carrera en el imaginario social: ¿Se estudia para ser bibliotecario? ¡Vos sí que la pasas bárbaro! ¿es un cursito, no? ¡con internet ya no se necesitan bibliotecarios! Pero también lo es puertas adentro: ¿Soy profesional o trabajador? ¿si sos bibliotecario tenés que ser apolítico/apartidario/atodo? ¿sindicato o colegiado? ¿cultura para pocos o cultura popular?

En nuestro país existen Universidades, Institutos Terciarios tanto públicos como privados, donde se dicta la carrera de Bibliotecología, la Licenciatura y también el profesorado. También ha sido un país que influyó en el continente, con los trabajos de Carlos Victor Penna, Josefa Sabor, Domingo Buonocore, por nombrar algunos. Sin embargo, con más de 80 años de existencia de la carrera y muchos más de la profesión en nuestro país, nos debatimos internamente si debe ser bibliotecario el director de la Biblioteca Nacional.

No pasa esto en otras ramas del saber, ni siquiera en las más jóvenes carreras, o por lo menos nadie discute si es un médico quien debe dirigir un hospital, o un informático a la hora de encargarle la página web de un ministerio, por dar ejemplos. El Estado invierte en Universidades, Institutos y hasta en la misma Escuela de Bibliotecología, que funciona en la BN, pero a la vez invisibiliza a sus egresados.

Resulta muy difícil para un egresado de la carrera, ocupar puestos de trabajo, de base o en equipos de dirección de bibliotecas. Pueden ser municipales, universitarias, especializadas (ni hablar de la BN) donde se accede por diferentes vías, no siempre cubiertos por concurso público sin viciar. Tampoco es posible encontrar un trabajo y sueldo digno en bibliotecas populares, donde se los condiciona de tal manera, que no resultan un campo posible para desempeñarse y pretender comer todos los días. Sin sueldo seguro, con las desventajas de ser monotributistas, dependen de los talleres que organizan, la gente que se inscriban y las partidas de dinero, que llegan siempre tarde (cuando llegan) y nunca alcanzan entre arreglar el edificio, comprar material nuevo, etc, etc.

Impensable formar parte de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) que como no puede ser de otra manera, tampoco la dirige un profesional formado en la gestión de información, ni con experiencia en las bibliotecas mismas. Quedan las bibliotecas escolares, donde salvo que vivas en CABA o en el Conurbano bonaerense, no podrás tener más que un cargo, lo que sería un mal menor, si tenemos en cuenta que, en algunas provincias, los cargos en las bibliotecas escolares (cuando existen), se cubren con profesores de distintas materias, tal el caso de los bibliotecarios de Entre Ríos, Formosa, que tienen que pelear para que les permitan trabajar en ellas.

Por supuesto no se los consulta ni se los integra en equipos encargados de elaborar políticas públicas de información, tampoco en consejos donde la lectura, la información y la bibliografía nacional sean protagonistas. Pero se cuenta con ellos para la difusión, lo que refleja una mirada muy acotada sobre sus competencias. Tampoco las bibliotecas especializadas como la BNM cuenta con bibliotecarios en su dirección y muy pocos en el resto de las funciones, podríamos además referirnos a las universitarias, donde un sistema de puntaje no toma en cuenta el título, por ejemplo, y los sindicatos no lo transforman pues son tan pocos los bibliotecarios, en número, que no llegan a ejercer presión para lograr un cambio. Entonces, si el mismo Estado que invierte y cree en la formación de Bibliotecarios, pero no confía en sus egresados, ni los valora en sus competencias… es lógico seguir debatiendo si debe ser bibliotecario el director de la BN.

Me pregunto si alguien conoce la misión y objetivos de la Biblioteca Nacional. Porque si fuera así, no habría tanto debate al respecto. Repasemos:
  • La misión de la BN es ser responsable de custodiar, acrecentar, preservar, conservar, registrar y difundir la memoria impresa del país o sobre el país representada sobre cualquier soporte material o digital, con prioridad en lo que hace a su herencia cultural, en el territorio del país también, en lo posible, en el extranjero.
Debe ser fácil, por eso sus objetivos son 14 en total, voy a señalar los primeros 5:
  • Custodiar, acrecentar, preservar, conservar, registrar y difundir la memoria impresa del país o sobre el país, representada en cualquier soporte o sustrato material, con prioridad en lo que hace a su herencia cultural, relacionando su patrimonio con la cultura universal y convocando a los estudiosos y lectores del país a consultar su legado a fin de mantener viva la vinculación entre las distintas generaciones.
  • Constituir el centro bibliográfico nacional.
  • Compilar y publicar la Bibliografía Nacional Argentina.
  • Realizar el seguimiento del depósito legal con el fin de elaborar y difundir la información sobre la producción bibliográfica argentina.
  • Seleccionar, acopiar, registrar, preservar y conservar sus fondos bibliográficos y documentales.
Solo a modo de ejemplo, la BN se dedica a mucho más que el “desarrollo y la promoción de lectura”, que figura entre sus objetivos, pero que la tarea del bibliotecario y la BN (en este caso) no se reduce solo a eso por más importante que sea este objetivo. Y por lo cual, la presencia de un bibliotecario es indiscutible.

Y como si todo fuera poco, puertas adentro están los que nos acusan de actuar como corporación. ¡Ojalá fuéramos más corporativos!

Tendríamos nuestro propio sindicato, seríamos representados y defendidos como trabajadores. Negociaríamos acuerdos paritarios y derechos para todos. Dejaríamos de estar afiliados a sindicatos donde siempre somos minoría (UTE, SUTEBA en Educación, UTEDyC populares, ATE, UPCN (organismos estatales) y no tenemos correlación de fuerzas para nuestros reclamos. La única asociación con personería gremial en el ámbito bibliotecológico (ABGRA. Personería Gremial N° 354/60) dejaría de renegar de su función y no presentaría proyectos para ser un colegiado, se dedicaría a representarnos y defender nuestros derechos laborales. Pero esto tampoco lo investigan los gobiernos que los toman como referencia de la bibliotecología y se rodean de sus integrantes. Tal el caso de la última directora de BN que se movió sin inconvenientes en dos gestiones supuestamente opuestas (González/ Manguel). Hubiéramos logrado más beneficios como trabajadores, no estaríamos tan divididos, no tendríamos compañeros explotados, ahogados por ser monotributistas, terciarizados, podríamos ejercer en cuanta biblioteca nos plazca, seguros de un sueldo digno y derechos asegurados. Fuimos corporativos al denunciar y repudiar los despidos de bibliotecarios en la gestión Barber, también en el caso de los bibliotecarios del Hospital de Niños Ricardo Gutierrez, los casos de las Bibliotecas Populares que no recibían subsidios, cuyos bibliotecarios eran despedidos o renunciaron sin cobrar, porque algunos de los que hoy se rajan las vestiduras reclamando que no nos pronunciamos lo suficiente al respecto, solo reaccionan cuando les toca en carne propia. Son los mismos que mientras estuvieron en espacios cercanos al poder, no hicieron nada por generar espacios de debate o encuentro para el colectivo, contando con recursos y facilidades. Y resulta que el mismo corporativismo está mal si reclamamos ocupar un cargo en la dirección de un organismo estatal, para el cual el mismo Estado invierte en formación y capacitación.

En su triste forma binaria de pensamiento, todo se reduce a estar contra el gobierno de turno, o defender la gestión anterior. Que pocos niegan que fue nefasta, ¿pero eso invalida a todo el colectivo?

Que no hay nombres, nadie está capacitado para el cuco BN. Si es buen académico, no tiene experiencia en gestión. Y si es al revés, tampoco les conforma. Parecieran ignorar que hasta en la paternidad aprendemos en la marcha. Yo creo que hay muchos bibliotecarios capaces en nuestro país, quizás con menos títulos rimbombantes, pero que dan cátedra de gestión en sus puestos de trabajo y en peores condiciones muchas veces. Y pienso, ¿a qué corporación beneficia negar la posibilidad de ocupar cargos de dirección? Así siempre la excusa será la falta de experiencia necesaria. Porque no se trata solo de la BN, se trata de la oportunidad de acceder a un cargo de manera transparente y sin arreglos, donde la experiencia no pase solo por pertenecer a una élite académica o un colegiado que sólo mira su ombligo o tener el apoyo de un sindicato mayoritario.

Creo que este debate, nos interpela como formadores también. ¿Qué tipo de egresados está dando nuestra bibliotecología, tecnócratas sin humanidad, con falta de mirada social, ajenos a su comunidad, indiferentes al tiempo y la historia que transitan? Sin duda, algunas cualidades no las da la formación académica, pero puede colaborar y en ese sentido es tiempo de revisar los programas de estudio, también. Posiblemente, así y todo, con parámetros sociales, humanos y técnicos, en la función también se equivoque. Pero nos merecemos esa experiencia.
Estoy convencida que otra bibliotecología es posible. Eso es lo que me enciende cada vez que doy clase y sigo sumando mi aporte a la formación de profesionales bibliotecarios, que merecen acceder a trabajos dignos, en los diferentes ámbitos aprender en el ejercicio real de la profesión, equivocarse, redireccionarse pero también ser reconocidos por el mismo Estado que invirtió en su formación específica y que debería confiar en el potencial de su capital humano.

Norma V. Cancino
Bibliotecaria, Capacitadora Provincial en Bibliotecología; Capacitadora Provincial Aguapey BNM; Referente Regional en Bibliotecología La Matanza - CENDIE; Ex integrante GESBI; Co organizadora del 1º Foro Social de Información, Documentación y Bibliotecas, 2004;Integrante y cofundadora de la Comisión de bibliotecarios en el Suteba La Matanza; Integrante y cofundadora del colectivo Sindicalizandonos; Docente de la Tecnicatura Superior en Bibliotecología, ISFDyT Nº 56. La Matanza.

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