Cupo Trans


TU FORMA DE HABLAR CONDICIONA TU FORMA DE PENSAR


Terminó junio, un mes signado por fechas relacionadas a la lucha por derechos, al orgullo y donde se prohibió el uso del lenguaje con perspectiva de género. El debate sigue abierto, por eso nos proponemos reflexionar sobre la relación que tiene la Ley de Acceso al empleo formal para personas travestis, transexuales y transgénero con el uso del lenguaje que tanto revuelo provoca cada vez que elegimos usarlo.


El pasado 24 de junio se cumplió el primer aniversario de la aprobación en el Congreso Nacional de la Ley 27.636 de Promoción del Acceso al Empleo Formal para personas Travestis, Transexuales y Transgénero "Diana Sacayán-Lohana Berkins". Quince días antes de esta fecha, el 9 de junio de 2022, mediante la Circular 4/2022, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires prohíbe el uso del lenguaje no binario en los contenidos que dictan les docentes en clase, al material que se le entrega a les estudiantes y en los documentos oficiales los establecimientos educativos de dicha ciudad en todos los niveles.


Mientras gracias a la sanción de la ley 27.636 se logró que la cantidad de personas Travestis, Transexuales y Transgénero empleadas en el sector público nacional sea la más alta de la historia, con 409 personas, representando un alza del 348% respecto al informe inaugural que data de marzo de 2021, la ministra de Educación de la ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña, decreta que uno de los elementos simbólicos cuya función es expresar la identidad de género de las personas trans no puede usarse en las instituciones educativas. Argumentando que los usos del lenguaje en la enseñanza de la lengua en la educación no son terreno dónde les docentes puedan imponer sus preferencias lingüísticas particulares, la ministra está pasando por alto las existencias de ciertos sujetos que históricamente han sido condenados a mantenerse en los márgenes de la sociedad. Si bien podríamos hablar largo y tendido acerca de que no se puede escapar a la ideología, que todo es político, incluyendo el uso del lenguaje, y que aunque los posicionamientos sean hegemónicos siempre serán posicionamientos ideológicos, y no neutrales como todo el tiempo nos quieren hacer creer, acá los que nos interesa es resaltar otra cosa, pocas veces puesto en el centro de la cuestión, porque siempre todos estos hechos suelen ser analizados desde una perspectiva cis-género*.

Asistimos a un fenómeno que se vuelve una especie de círculo vicioso de exclusión, que se retroalimenta por distintos frentes para los cuáles en los últimos años se ha intentado dar respuesta desde el Estado con distintas leyes y decretos. La respuesta a la problemática de la exclusión de las personas trans de nuestra sociedad no es única, ni existen soluciones más importantes que otras.

La ley de cupo laboral travesti-trans es tan importante y significativa como el hecho de poder respetar el género de los pronombres personales que elijan las personas para que se refieran a ellas mismas. Sin embargo, cuando se discuten cuestiones relativas al uso del lenguaje no binario, suele perderse en la discusión la relevancia que tiene el asunto para las personas trans. El lenguaje no binario cumple varias funciones: por un lado cuestiona el uso del masculino genérico que ha significado la invisilización de las mujeres discursiva y políticamente a lo largo de la historia, signo que da cuenta de los cimientos machistas sobre los que se edifican nuestras sociedades contemporáneas. Y esta suele ser la función del lenguaje no binario que mayormente se toma para argumentar la defensa de su uso. Y esto no es casual: las personas que argumentan a favor, pero que también están más visibles para la sociedad en su conjunto, son las personas cis-género, por lo cuál pareciese ser que la cuestión muere ahí, y podría solucionarse perfectamente con desdoblamientos como propone la ministra Soledad Acuña. Sin embargo, el lenguaje no binario sirve no solo para nombrar a las mujeres en los grupos de personas, sino también para nombrar a todas aquellas personas trans que elijan el uso de pronombres personales neutros. Por lo cuál, todas la alternativas al lenguaje no binario que se proponen en las guías que conforman los anexos de la mencionada circular, no sólo son insuficientes, sino que son excluyentes. Probablemente la guía haya sido redactada por personas cis-género, así como las personas que forman parte de la Real Academia Española que también rechazan su uso lo sean. Y a esto es a lo que vamos con el círculo vicioso de la exclusión: las personas trans no pueden acceder a la educación porque se encuentran excluidas, porque son expuestas a todo un sistema binario (el lenguaje incluido) que las somete a múltiples situaciones que pueden generarles desde una sensación de angustia permanente hasta llegar a crisis de ansiedad, depresión, e inclusive a ideas suicidas. Si bien la identidad trans es una identidad que surge desde el deseo, es la sociedad en su conjunto, el entorno, la escuela incluida como la plantea la ministra, que torna a la identidad trans un padecimiento, teniendo como punto de partida la negación de su existencia. La mayoría de las personas trans no logran completar sus estudios por estos motivos, entre muchos otros, por lo cuál, entre otras cosas, se les dificulta el acceso al trabajo por falta de formación, lo cuál las condena a no poder tener las condiciones materiales mínimas para poder vivir de manera digna. Y a su vez, cómo las personas trans no ocupan puestos laborales formales, no ocupan lugares de toma de decisiones que permitan visibilizar, y concientizar sobre todos estos aspectos que hacen al entorno un lugar expulsivo para estas identidades, como lo es el lenguaje.

Si bien el nivel de responsabilidad acerca de la situación actual de las personas trans es distinto para el Estado, la escuela, y les ciudadanes, esto no quita que cada quién pueda hacer algo por modificarla. Es por eso que desde SiTBA, elegimos usar el lenguaje no binario como sindicato para nombrar a las personas trans que también forman parte del colectivo bibliotecario y que representamos, entendiendo que velar por sus derechos laborales implica velar por el derecho al reconocimiento de la identidad autopercibida en todos los espacios que transiten, incluido el laboral. Así mismo, celebramos este primer aniversario de la ley 27.636, y todas aquellas medidas estatales que se tomen en pos de una ampliación de derechos para las personas trans. Por otro lado, repudiamos la Circular 4/2022, por entender que más allá de la dimensión ideológica del lenguaje de la cuál jamás podremos escapar, ni siquiera apegándonos con fervor a las reglas gramaticales propuestas por la Real Academia Española, la cuestión del lenguaje es una cuestión de derechos básicos e irrenunciables hacia el colectivo trans: el derecho a ser nombrades, a ser reconocides, a dejar de habitar los espacios en las sombras, con miedo, angustia y vergüenza.


*cis: término que se usa para referirse a personas que se autoperciben con su género biológico.










 

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